Llegamos a Zarautz, a eso de las 9:30. Tomamos posesión del apartamento que estaba situado genial. Con vistas al mar y a menos de 100 metros de la playa. Perdía un poco de visibilidad por que delante, sobre el malecón, estaba montado el festival de la cerveza, una carpa gigante en plan jarras de medio litro de cerveza y bocadillos. Mesas largas corridas de madera, tipo sidrería o el octoberfest. Mucho ruido y música en directo. Parecía música tradicional vasca.
Dimos una vuelta por el paseo marítimo, que aquí conocen como el malecón y nos tomamos unas cervezas en una de las terrazas. A las 10:15 salimos a Donostia-San Sebantián a buscar a Diego, que llegaba de Potes a las 11:10 en bus, de preparar las rutas para el campamento del grupo Scout Alamos 260, en verano.
Nos liamos un poco buscando como aparcar un momento en la Estación de Autobuses, y dimos varias vueltas al río Urumea. Finalmente le recogimos cerca de las 12 de la noche. Además, para facilitar más el encuentro, se había quedado sin batería.
Buscamos con el coche un sitio para cenar y nada, imposible, ni el telepizza, ni similares, les pillamos a todos cerrando, es lo que tiene un lunes a la noche. Camino a casa, a Diego se le ocurrió parar en una gasolinera Repsol, donde compramos tres pizzas congeladas que en el horno nos supieron a gloria, con una ensalada.
El día siguiente, martes 11 de abril, dedicamos la mañana a pasear por casco viejo, la playa y el malecon en Zarautz. Dani lanzado a hacer surf, no muchas olas, pero menos da una piedra. Alguno aprovechan para bajar un poco la comida de los días anteriores y hacer hueco para lo que viene.
A la tarde quedamos en Donostia con mi tía Loli, mis primas, Carmina y Cris, y sus hijos Asier y Julen, y su novia Cati. Quedamos en el Boulevard, desde allí al antiguo a tomar unos zuritos y unos pintxos. Aparcar en Donostia en complicado, en el centro hay muchas calles sin aparcamiento y por supuesto todo regulado así que no queda más remedio que ir a un parking y no son baratos.
Donostia-San Sebastián es la capital de Guipuzcoa. Tiene una población de algo más de 185.000 habitantes y un área metropolitana con más de 436.000. Su vista más característica es la bahía de La Concha. Sobre la playa de Gros, ahora conocida como Zurriola, el Kursal, polémico palacio de congresos y auditorio proyectado por Moneo. Hay a quien le gusta y a quien no, yo soy de estos últimos.
Reune algunos importantes eventos internacionales como el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, el Festival de Jazz de San Sebastián, y otros, que le han dado proyección exterior a la ciudad, a pesar de sus pequeñas dimensiones. En la foto de abajo, detrás de los turistas el Ayuntamiento.
La fundó el rey navarro Sancho el Sabio hacia 1180 con el nombre en latín de Sanctus Sebastianus. Hasta 1980 San Sebastián ha sido el nombre oficial de la ciudad hasta que se adopto la denominación bilingue de Donostia-San Sebastián. Es también muy común, sobre todo hablando en español, llamarla Donosti.
Está a unos 20 kilómetros de la frontera, esta cercanía con Francia ha dado siempre a la ciudad un aire europeo y aburguesado.
Nos encontramos con mi tía y mis primas en el Boulevard y fuimos al antiguo, el casco viejo a tomar unos zuritos y unos pintxos. Espectaculares las barras de las tabernas llenas de pinchos apetitosos, dan ganas de probar todos, y lo haría, si no fuera por que antes necesitas que te toque la lotería. El casco viejo es la parte más antigua de la ciudad. Está a los pies del Monte Urgull y se abre al mar por el puerto.
Originalmente era un barrio de pescadores. rodea a la plaza porticada de la Constitución y en el se encuentra la iglesia de San Sebastian. Una calle une en línea recta está iglesia con la Catedral
Después de tomar unos pintxos fuimos a un restaurante a cenar, unas tostas y ensaladas muy ricas.
El Miércoles, día 12 era el cumpleaños de mi tia y nos invitó a comer. Antes quedamos con Carmina en la Plaza de Guipuzcoa para recogerla y subir al Monte Igueldo. Aparcamos abajo, al final de la playa de Ondarreta, y cogimos el Funicular (Funicularra en vasco).
Es muy especial, La verdad es que un viaje en el tiempo. Con más de 100 años de historia, el funicular es el medio de transporte más típico para subir al Monte Igueldo, es un verdadero un viaje en el tiempo con sus vagones de madera. Sube tal y como lo hacían los asistentes al casino y al salón de bailes hace décadas.
Las vistas desde arriba son son espectaculares de toda la bahía.
Arriba también hay un parque de atracciones, el Parque de Atracciones del Monte Igueldo, que abrió en 1912, en la actualidad, combina atracciones originarias y modernas.
La verdad es que las antiguas son geniales, muy especiales, nada que ver con los parques de atracciones de ahora.
La comida en casa de mi tía, divertida y entrañable, Cris se tuvo que ir pronto a trabajar pero se acercó a soplar las velas. Carmina al final se fue también al tajo y ya nos marchamos.
Muchas gracias por el cariño y la comida. A ver sin nos volvemos a ver pronto. En el recuerdo siempre Marian y Julian.
No faltó tiempo para hacer un repaso de fotos antiguas. En esta estoy yo dándole al fumeque, con 8 añitos, y con mucho estilo, por cierto.
Fuenterrabía, a lo largo de su historia ha tenido un gran valor estratégico tanto para el Reino de Navarra como para Castilla. Su emplazamiento, frente a la costa vasca del Reino de Francia y la presencia en sus inmediaciones de vados que permitían cruzar el Río Bidasoa la convirtieron en una plaza de fuerte importancia. La localidad fue amurallada y sufrió numerosos asedios a lo largo de su historia. Cada vez que estallaba una guerra que enfrentaba a España con Francia, la localidad era la primera en ser atacada por los franceses.
Y luego la costa, hasta la playa. Hay vistas muy bonitas de la desembocadura, y enfrente la costa francesa con un enorme puerto deportivo.
Luego a la calle de los bares y mesones, que están en el barrio de la Marina. Es aquí donde se encuentra la mayor parte de los bares y restaurantes que han dado fama a la ciudad. La calle principal que se extiende a lo largo del barrio es peatonal, está alineada con árboles y llena de coloridas y típicas casas y bares y restaurantes en los que tomar unos pintxos y zuritos.
El día 13 de abril era el cumpleaños de Dani. Que mejor que pasarlo haciendo surf, y a eso dedicó la mañana, en compañía de unos amigos suyos de Irun.
El resto nos fuimos a andar por la playa y subir al camping. Las vistas desde la camping, en una colina en el extremo este de Zarauzt una maravilla. Se ve todo Zarauzt. En primer plano el campo de golf.
El día era esplendido y disfrutamos al máximo el paseo.
Comimos, con velas incluidas en el Restaurante Cafetería Charly (comentarios en tripadvisor), en una terraza estupenda en el malecón. Hay muchas terrazas y parece que no es el mejor sitio para comer en Zarauzt, pero las hay mejores y peores, esta mantiene buena calidad y por supuesto disfrutar de estas vistas y este día no tiene precio. Nos lo recomendó Santi y Antonia, y mereció la pena. Menú del día, buen precio y buena calidad.
Desde Zarauzt es un paseo muy bonito y agradable ganado al mar sobre un voladizo.El paseo va paralelo a la carretera N-634 que bordea toda la costa. Como ocho kilómetros ida y vuelta, más o menos según desde donde se inicie el recorrido. Dejando la playa atrás, al poco se llega a la altura de un pequeño puerto (minúsculo), extraño, sobre todo teniendo en cuenta que la actividad principal de Zarauzt en el pasado era la pesca de la ballena. Cuando la marea está alta, los jóvenes lo utilizan como piscina.
Según avanza el camino se puede ver la población de Guetaría, situada junto al Monte San Antón, que originariamente era una isla y se unió mediante un istmo artificial, dándole la forma de ratón, por lo que este monte es conocido también como "el ratón de Guetaria".
Nada más llegar subimos al monumento de Juan Sebastián Elcano, que es gratis y un estupendo mirador. Guetaria es un pueblo pesquero típico, lleno de restaurantes que preparan el pescado en parrillas en la calle. La hora de comer es un espectáculo para los sentidos pasear por sus calle.
Por recomendación de Santi, cenamos en el restaurante Kirkilla Enea Jatetxea. La calificación de tripadvisor es de excelente y figura como el número 1 según comentarios de los restaurantes de Zarautz. Calidad extraordinaria, comida elaborada y en algún momento sorprendente a un precio muy ajustado.
Al día siguiente a Zumaya, tanto mis primas como Santi y nos habían recomendado repetida y encarecidamente que fuéramos a los Flysh de Zumaya y para allá fuimos.
Zumaya es una pueblo que no hay que perderse, a orillas del mar y de la bahía donde confluyen los ríos Urola y Narrondo. Tiene cerca de 10.000 habitantes y un montón de atractivos. El pintor Ignacio Zuloaga tiene un museo en Zumaya, pasaba aquí los veranos y su casa era un lugar de encuentro de intelectuales.
Camino a los flysch llegamos en un promontorio a la Ermita de San Telmo, Ubicada sobre la playa de Itzurun y sobre el acantilado formado por el Flysch esta pequeña ermita está dedicada al patrón de los marineros. Las primeras referencias escritas sobre esta ermita datan de 1540. Ahora es conocida por ser el lugar donde se celebra la boda en la película "8 apellidos vascos"
Los Flysh son formaciones rocosas rocosas de origen sedimentario compuestas alternativamente por capas de rocas duras con otras más blandas, de esta forma se erosionan de diferente forma. A veces, en los acantilados, los estratos originalmente horizontales, se muestran en posición vertical.
Hay una ruta impresionante de 8 kilómetros contemplando las costa y los acantilados entre Zumaya y Deva. También los montes y los prados de verdes infinitos.
Para comer estaba todos los mesones y restaurantes a tope, y encontramos uno que podías sacar las cosas a la calle al poyete del puerto y allí nos tomamos unas cervezas con unas raciones, todas excelentes. El sitio es Idoia Ardotegia, y también, en tripadvisor figura como el numero 1 de los restaurantes de Zumaya.
El sabado, Santi, Antonia, Arantxa y los padres de Santi nos invitaron a su sociedad gastronómica. Tomamos primero unos vinos con gildas, Las gildas son pintxos de aceitunas, unas anchoas de categoría y unas guindillas vascas (piparras), oye, aquí dejo una receta. Luego le acompañe a preparar la comida.
Mientras Santi preparaba el pescado yo le ayude con una ensalada sin perder de vista lo que hacía y el ambiente, tan particular de una sociedad gastronómica. Ese día no había mucha gente y se podía trabajar a gusto en la cocina.
Más tarde llegaron sus padres acompañados de su mujer y Arantxa. La comida, aparte de las ensaladas, tres rapes y chuletones, todo a la brasa preparado con unos trucos que tengo que probar en cuanto pueda. El punto perfecto y el sabor inigualable. Por supuesto, para terminar un postre, una tarta de manzana exquisita.
Terminamos de comer, entre charlas y postres casi a las siete, así que nos despedimos con el buen sabor de boca de una comida esplendida en compañía inmejorable. Un placer estar con gente así y compartir, charla y buena mesa. Por cierto, los padres de Santi geniales y encantadores, como ellos.
Para cenar unos pinchos y poco más que ya no nos cabía nada. Con pena a hacer las maletas y al día siguiente a casa. Este viaje hay que repetirlo.
En este enlace de GOOGLE FOTOS están el resto de fotos del viaje.
Y luego la costa, hasta la playa. Hay vistas muy bonitas de la desembocadura, y enfrente la costa francesa con un enorme puerto deportivo.
Luego a la calle de los bares y mesones, que están en el barrio de la Marina. Es aquí donde se encuentra la mayor parte de los bares y restaurantes que han dado fama a la ciudad. La calle principal que se extiende a lo largo del barrio es peatonal, está alineada con árboles y llena de coloridas y típicas casas y bares y restaurantes en los que tomar unos pintxos y zuritos.
El día 13 de abril era el cumpleaños de Dani. Que mejor que pasarlo haciendo surf, y a eso dedicó la mañana, en compañía de unos amigos suyos de Irun.
El resto nos fuimos a andar por la playa y subir al camping. Las vistas desde la camping, en una colina en el extremo este de Zarauzt una maravilla. Se ve todo Zarauzt. En primer plano el campo de golf.
El día era esplendido y disfrutamos al máximo el paseo.
Comimos, con velas incluidas en el Restaurante Cafetería Charly (comentarios en tripadvisor), en una terraza estupenda en el malecón. Hay muchas terrazas y parece que no es el mejor sitio para comer en Zarauzt, pero las hay mejores y peores, esta mantiene buena calidad y por supuesto disfrutar de estas vistas y este día no tiene precio. Nos lo recomendó Santi y Antonia, y mereció la pena. Menú del día, buen precio y buena calidad.
Feliz Cumple Dani¡¡¡¡
A la tarde, Dani continuo haciendo surf con sus amigos y los demás hicimos el paseo hasta Guetaria.Desde Zarauzt es un paseo muy bonito y agradable ganado al mar sobre un voladizo.El paseo va paralelo a la carretera N-634 que bordea toda la costa. Como ocho kilómetros ida y vuelta, más o menos según desde donde se inicie el recorrido. Dejando la playa atrás, al poco se llega a la altura de un pequeño puerto (minúsculo), extraño, sobre todo teniendo en cuenta que la actividad principal de Zarauzt en el pasado era la pesca de la ballena. Cuando la marea está alta, los jóvenes lo utilizan como piscina.
Según avanza el camino se puede ver la población de Guetaría, situada junto al Monte San Antón, que originariamente era una isla y se unió mediante un istmo artificial, dándole la forma de ratón, por lo que este monte es conocido también como "el ratón de Guetaria".
En el puerto y en la playa, disfrutando de las vistas, de los colores de los barcos, de los niños jugando entre las barcas disfrutamos de un día espectacular.
Finalmente unas cervecitas a pie de playa para tomar fuerzas para la vuelta,Por recomendación de Santi, cenamos en el restaurante Kirkilla Enea Jatetxea. La calificación de tripadvisor es de excelente y figura como el número 1 según comentarios de los restaurantes de Zarautz. Calidad extraordinaria, comida elaborada y en algún momento sorprendente a un precio muy ajustado.
Al día siguiente a Zumaya, tanto mis primas como Santi y nos habían recomendado repetida y encarecidamente que fuéramos a los Flysh de Zumaya y para allá fuimos.
Zumaya es una pueblo que no hay que perderse, a orillas del mar y de la bahía donde confluyen los ríos Urola y Narrondo. Tiene cerca de 10.000 habitantes y un montón de atractivos. El pintor Ignacio Zuloaga tiene un museo en Zumaya, pasaba aquí los veranos y su casa era un lugar de encuentro de intelectuales.
Los Flysh son formaciones rocosas rocosas de origen sedimentario compuestas alternativamente por capas de rocas duras con otras más blandas, de esta forma se erosionan de diferente forma. A veces, en los acantilados, los estratos originalmente horizontales, se muestran en posición vertical.
Para comer estaba todos los mesones y restaurantes a tope, y encontramos uno que podías sacar las cosas a la calle al poyete del puerto y allí nos tomamos unas cervezas con unas raciones, todas excelentes. El sitio es Idoia Ardotegia, y también, en tripadvisor figura como el numero 1 de los restaurantes de Zumaya.
El sabado, Santi, Antonia, Arantxa y los padres de Santi nos invitaron a su sociedad gastronómica. Tomamos primero unos vinos con gildas, Las gildas son pintxos de aceitunas, unas anchoas de categoría y unas guindillas vascas (piparras), oye, aquí dejo una receta. Luego le acompañe a preparar la comida.
Mientras Santi preparaba el pescado yo le ayude con una ensalada sin perder de vista lo que hacía y el ambiente, tan particular de una sociedad gastronómica. Ese día no había mucha gente y se podía trabajar a gusto en la cocina.
Más tarde llegaron sus padres acompañados de su mujer y Arantxa. La comida, aparte de las ensaladas, tres rapes y chuletones, todo a la brasa preparado con unos trucos que tengo que probar en cuanto pueda. El punto perfecto y el sabor inigualable. Por supuesto, para terminar un postre, una tarta de manzana exquisita.
Terminamos de comer, entre charlas y postres casi a las siete, así que nos despedimos con el buen sabor de boca de una comida esplendida en compañía inmejorable. Un placer estar con gente así y compartir, charla y buena mesa. Por cierto, los padres de Santi geniales y encantadores, como ellos.
Para cenar unos pinchos y poco más que ya no nos cabía nada. Con pena a hacer las maletas y al día siguiente a casa. Este viaje hay que repetirlo.
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