lunes, 2 de julio de 2018

El Capricho en Otoño. Noviembre 17

Esta entrada sobre el parque El Capricho no es un viaje como tal, es un paseo por esta maravilla que tengo la suerte de tener cerca de casa. Es noviembre, el otoño un poco retrasado, me acompaña en esta visita. El parque está deslumbrante y decido hacer algunas fotos, algunas de las cuales he subido aquí.
Como nota histórica contaré que esta situado en el distrito de Barajas y con una extensión de 14 hectáreas, es el único jardín del romanticismo que se conserva en Madrid. Su construcción se la debemos a los deseos de la duquesa de Osuna por tener una villa de recreo donde alejarse de la Corte.

La construcción de este jardín, considerado uno de los más bellos parques de la capital española, se desarrolló entre 1787 y 1839. En su construcción estuvieron implicados conocidos jardineros, algunos de los cuales habían trabajado en Versalles. Durante la Guerra de la Independencia, el recinto sufrirá graves daños al utilizarlo ser utilizado como campamento de las tropas francesas. Tras retirarse los franceses, se repuebla de árboles y se construyeronn nuevos edificios.
Después de la entrada, en la foto superior, el primer sitio que inmediatamente veremos a nuestra derecha es el Parterre de los Duelistas, también llamado Plaza de los Cipreses. En su centro y rodeadas de estos árboles, tenemos dos columnas de mármol, las cuales sostienen cada una de ellas un busto que representa un duelista de espaldas inmediatamente antes de comenzar el duelo a pistola. La distancia que las separa es la misma de un duelo real: cuarenta pasos.
Los colores del otoño salpican todos los rincones. Este parque es una maravilla en cualquier época del año, pero en otoño es realmente espectacular.
En la Plaza de los Emperadores hay una exedra con un pequeño templete en su centro en el que cuatro columnas jónicas sostenían una semicúpula, actualmente desaparecida, decorada con adornos florales y conchas. Aunque en un principio fue diseñada como fuente y se llamó Fuente de las Columnas, parece ser que nunca funcionó como tal. 
Desde la exedra ya contemplamos un preciosa vista de El templete.
Un espacio que siempre me ha llamado la atención y que desprende algo mágico es El Laberinto se encuentra a una altura inferior del terreno. Nunca lo he encontrado accesible, la excusa que me han dado cuando he preguntado a algún vigilante del parque es que los laureles que conforman el laberinto están enfermos, pero al menos desde fuera se les ve de buena salud y lleva muchos años cerrado. Fue reconstruido varias veces antes de que en los años 40 del siglo XX lo destrozara el aterrizaje forzoso de un avión de Iberia procedente del cercano aeropuerto de Barajas. Tras este suceso se abandonó, convirtiéndose en un espacio de almacenaje hasta que aparecieron los planos originales del Laberinto, momento entonces en que comenzó su restauración. En ella, se volvieron a instalar en su plaza central unos bancos y se plantó en su centro un árbol de Júpiter, destacando su color rosa al florecer en primavera entre la verde vegetación de la que está rodeado.

Ocupa una superficie de 6.030 metros cuadrados y los caminos más cortos para llegar hasta su centro o salir de él miden 370 y 319 metros respectivamente.
En la parte superior y cerca del Palacio, hay una serie de estanques que reflejan la vegetación y los colores otoñales.
Si volvemos atrás, hacia el Parterre, y desde allí tomamos el ancho camino que conduce a Palacio, pasaremos por la Fuente de los Delfines, construida en el siglo XVIII y coronada en la actualidad con varias ranas de la anteriormente nombrada Fuente de las Ranas. Toma su nombre de los cuatro delfines adosados a ella.

Detrás de la fuente tenemos el Palacio. Parece que en el pasado su interior era espectacular, los muebles y las tapicerías, la decoración de las paredes, los espejos y las arañas de cristal, todo en él era de una calidad excepcional. En la colección de cuadros, eran numerosos los pintados por Goya, como podían ser entre otros "Vista de la Pradera de San Isidro", "La era o el verano", "Aquelarre", "La gallinita ciega", o "La cucaña", , ya que es a esta casa nobiliaria, los Osuna, a quienes más cuadros pintó, entre otros los del Duque y la Duquesa.
En un alto nos encontramos el Templete de Baco. Originalmente parece que estuvo cubierto por una cúpula, del mismo modo, en un principio, era otra divinidad, la diosa romana Venus, quien ocupaba el lugar de Baco.
Este es un lugar, que si logramos verlo y disfrutarlo sin mucha gente es realmente especial y mágico.
Siguiendo en la zona alta un camino hacia la derecha llegamos a el abejero también es curioso, pues es un pequeño palacete que tiene colmenas en las alas del edificio, por lo que se puede ver a las abejas.
Y desde allí a una multitud de rincones, caminos y praderas.
El embarcadero, también llamado Casa de Cañas, está cerca de este casino y se construyó con un estilo chinesco. Suele ser el lugar preferido de los niños, ya que acuden a él con pan para alimentar a los patos. En cuanto uno ha catado el pan, accede a llamar al resto de la «manada», y en cuestión de minutos puedes estar rodeado de una veintena de patos. Eso sí, el rey y el favorito de todos los visitantes es el cisne negro, que llena de elegancia el estanque.


sábado, 30 de septiembre de 2017

Hoces del Duratón. 22-24 septiembre

Días de calor. Tal vez no es lo mejor para visitar esta zona de Segovia, al vez mejor con un poco más de fresco. Excepto en las propias hoces no hay mucha sombra en la zona y el sol y el cielo despejado